Terminamos nuestro trabajo en Pirapora y continuamos a nuestra segunda parada: el municipio de Várzea da Palma. Várzea también pertenece al Alto São Francisco, en donde desemboca el río das Velhas, uno de los afluentes más importantes del Velho Chico.

Según el censo del IBGE publicado recientemente, cuenta con un poco más de treinta y tres mil habitantes. Y es famosa por el Forró da Palma, una de las fiestas más tradicionales del mes de julio en el estado de Minas Gerais, que llega a movilizar seis millones de reales en negocios y a reunir hasta cien mil personas. Es una lástima que nuestra visita haya sido en marzo.

El nombre Várzea da Palma proviene de las llanuras, de los bosques inundables y de las palmeras nativas que había en el lugar.

Las fuentes de ingresos de Várzea provienen del rubro agropecuario, el metalúrgico, el comercio y las industrias. Y fue aquí donde volví a visitar mis orígenes de la mejor forma posible: comiendo los platos tradicionales de mi estado, Minas Gerais, preparados por una experta en el tema, doña Adéria Lopes.

Ella dirige el restaurante Panela de Ferro y también emplea a una buena parte de la familia.

Doña Adéria dejó Várzea a los veinte años para acompañar a su marido, pero después de viajar por carretera durante treinta años, regresó a la ciudad y decidió abrir un restaurante.

Hasta no hace mucho, Panela de Ferro era pequeño. Cuenta que creció con la llegada del parque solar Hélio Valgas, ubicado en el municipio.

Mientras estuvimos trabajando cerca, íbamos todos los días a comer allí. Nos dimos cuenta de que siempre estaba lleno y había muchos trabajadores con el uniforme de Comerc, la empresa responsable de la implantación y operación del complejo solar Hélio Valgas.

Doña Adéria es muy simpática y cuando le pregunté por qué los empleados del complejo iban allí, aunque tenían a su disposición el propio comedor de la planta, se sonrojó y respondió: «Creo que les gusta mi sazón, ¿no?»

Leonardo Madureira, supervisor de campo desde hace cinco años, explicó que el tracker está formado por toda la estructura metálica que sostiene los paneles y el motor que les permite girar, según el movimiento solar. Con base en un software, el tracker capta el horario del amanecer y del atardecer, y esta «inteligencia» se transmite a los engranajes del sistema mecánico.

Dentro de una pequeña caja se encuentra el secreto para hacer girar los noventa módulos de hasta 40 kilos cada uno.

Claudio Pereira, gerente de operación y mantenimiento de Comerc, explicó que la planta brinda energía renovable, limpia y sostenible principalmente a industrias.
Y que esta es una forma de colocar al sector industrial en la tan deseada transición energética del país.

Cuando nos habló, ya había transcurrido un año y cuatro meses desde que la contrataron. Según Any, «Para la gente del interior es un sueño tener la oportunidad de trabajar en una multinacional. Sobre todo, si eres mujer. Porque no es fácil conseguir trabajo en esta región. Las oportunidades para mujeres son escasas, especialmente en el área administrativa».

También está Matheus Santos.

Es por eso que quiere compartir todo lo que está aprendiendo con los nuevos compañeros que se suman.

Un joven de 23 años que nació en Jacareí, San Pablo, y se mudó a Várzea tan pronto aprobó el proceso selectivo de Nextracker. Matheus cuenta que se sorprende todos los días con los responsables que conoce en el trabajo.

Y que esa convivencia hizo que mejorara como profesional y como persona. Incluso recibió consejos sobre comportamiento, además de aprender a controlar ciertas emociones. Matheus es consciente del privilegio que supone, a su edad, haber sido contratado por una empresa que genera sostenibilidad para nuestro planeta.

La persistencia vale la pena para el talento diverso

Imaginen pasar seis años en una ciudad buscando un empleo formal sin éxito. La realidad es que muchos brasileños se enfrentan a esta situación en la actualidad. Pero en el caso de Fredson Silva, de 40 años, había cierta sospecha de que en su caso no se trataba solo de una crisis económica.

Cuando fue a vivir con su madre en Várzea da Palma vio a mucha gente que había conseguido trabajo, pero las puertas seguían cerradas para él.

Hasta que se produjo un cambio.

Fue seleccionado para una vacante en la zona de obras del consorcio que se formó en Hélio Valgas. Le pregunté a Fredson por qué pensaba que había tardado tanto en ser contratado por una empresa de la región. Me contestó: por prejuicio.

Fredson forma parte de la comunidad LGBTQIA+ y, por primera vez, se le dio una oportunidad de demostrar que es tan capaz como cualquier otro trabajador.

Comenzó en Hélio Valgas como ayudante de obra cargado material pesado de un sitio a otro, y hoy es líder de equipo. Ya ha liderado equipos tanto femeninos como masculinos, con 17 trabajadores bajo su supervisión. También ha empezado a dar clases en la obra, lo que ha sido gratificante.

Se dio cuenta que, como homosexual, tiene derecho como cualquier otra persona a ser parte de la sociedad.

El proyecto Del Oro Al Sol reforzó una idea que yo ya tenía.

No hay trayectoria exitosa en un emprendimiento empresarial, sea del tamaño que sea, sin la riqueza humana.